Después de 22 años, una madre del Caquetá pudo darle una sepultura digna a su hija.
- Lizeth Agudelo
- 2 oct
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Imagen: Comunicaciones UBPD
Marta recordó que a su hija le gustaba el vallenato. «‘¡Mamá, déjeme la radio que yo sin música no soy nada!’ Yo le respondía que no porque me lo dejaba siempre sin pilas». El mismo día en que la joven cumpliría años, le puso su vallenato favorito para despedirla. Reunió a varios de sus otros hijos para darles la noticia de que recibirían dignamente el cuerpo de su hermana.
La madre había insistido por 22 años en la búsqueda de su hija. Este año, finalmente, recibió la noticia de que a partir de una muestra de ADN que proporcionó en 2021 se halló su parentesco genético con el cuerpos de una joven que murió en 2002, en el marco de acciones del conflicto armado, en una vereda del Caquetá y que habría sido inhumada en el cementerio comunitario de La Unión Peneya, un corregimiento del municipio caquetense de La Montañita.
Durante la entrega digna, la familia y los demás seres queridos acompañaron el momento con recuerdos y anécdotas sobre la hija de Marta. El cuerpo siempre estuvo rodeado por arreglos de rosas. “Yo era pequeña, pero ella siempre nos cuidaba. Tenía un librito que nos leía”, recordó una de las hermanas. “También le gustaba ponernos bonitas”, respondió otra.


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